martes, 29 de octubre de 2013

Leviathan de parsonstown

Dados los cambios recientes, todo se ha visto manchado de una nube gris, llena de tinta y sangre.

Aquella mañana me disponía a seguir bebiendo café, como ya era costumbre, aunque tenía una corazonada distinta.
De un momento a otro supe por fin cuál sería mi propósito y deduje que todo podría quedar en secreto o al menos eso quería al principio.

¿Y como un ingeniero joven podría jugar al amor real?

Me tomó algunos meses poder juntar todo mi material y comenzar a trabajar, esta estatua no podía ser igual a las demás, tenía que ser algo especial, con carácter y fuerza, un buen aroma y un abrazo al paladar. Creo que me quedé pensando en mi café.

Ha costado mucho trabajo alzar los pedazos de metal, colocar cada pieza donde debe ir, pero al final todo va a tomar la forma que necesita tener.

Más sorbos y menos tragos amargos.
El monte nunca fue tan bello como ahora en el reflejo de tus ojos.

Muchos han pensado en que esta obra maestra es parte de una gran investigación, o que me estoy adelantando a las necesidades del hombre. Lo que nadie sabe es que el observatorio tampoco es de mi pertenencia, lo construi por y para ella.

No observamos las estrellas o la luna, vemos como en el cielo obscuro se van quedando nuestros deseos y yo tuve una promesa.
Prometí que tendríamos momentos para nosotros solos, que podríamos descansar en los brazos del otro.
Mientras muchos piensan que esto es para poder mirar el cielo, yo le he construido una colosal cama de nubes.

Le prometí el cielo y las estrellas, ahora vemos la misma luna y las mismas estrellas.
Ahora son de ella.

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