domingo, 29 de abril de 2012

Diciembre


De cabellos semi-largos y tonos grisáceos fue
la despedida. Jamás tuve tiempo de decir adiós
o al menos no como me hubiera gustado.

Ya listo para un nuevo día, las cinco de la mañana
marcaban el paso firme a seguir, atender a
las mascotas, salir por el desayuno y regresar por
una segunda taza de café. Atender a los clientes
acudiendo en motocicleta a su llamado, recibir
las llamadas en lo que fuera antes una tienda y
percibir los aromas penetrantes de la ciudad.

Ajetreado en la tarde beber una copa de ron
mientras un cigarrillo y la música de tríos
alegraban el corazón que ya débil, quería
descanso.
Escuchar las mismas historias una y otra vez fue
un deleite personal, ninguna palabra variaba y
eso me hacia descubrir siempre una parte nueva
de lo que según yo, ya conocía.

Extraño esos viejos tiempos que no volverán, cuando
las mujeres se comportaban como damas y se dejaban
cortejar.

Amigo, compañero, solitario, caballero. Hasta
siempre viejo.

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